Los trastornos depresivos, de estrés, ansiedad y esquizofrenia son las principales enfermedades mentales en Quintana Roo, pues afectan a alrededor de 4 mil personas cada año (según datos de 2019) y pese a esto el estado no cuenta con un hospital siquiátrico, reveló Sandybel Robaldino, sicóloga clínica, quien advirtió que esta cifra pudo elevarse en la pandemia, no porque surgieran más casos, sino porque se hicieron más visibles, como ocurrió con la violencia intrafamiliar.
Recordó que la salud mental es una responsabilidad individual que debe asumirse y prevenirse, hacer conciencia de uno y del planeta, de allí que con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora el 10 de octubre, el lema de este año sea “Nuestro planeta, nuestra salud”.
De acuerdo con las últimas estadísticas disponibles en la Secretaría de Salud federal, a marzo de 2022 por lo menos una quinta parte de la población mexicana presenta trastornos mentales y es la depresión la que mayor incidencia tiene, seguida del estrés.
La depresión está más relacionada con las personas entre 17 y 21 años, los trastornos de estrés están muy presentes en la población económicamente activa, de entre 35 a 49 años, y otra problemática que también está ya muy presente es el trastorno bipolar.
“Está en boga el tema de persona tóxica y muchas veces tiene que ver con trastornos a la salud mental, por eso es importante detectarlas desde que están en su primera aparición”, aseveró la sicóloga.
Desde la Organización Mundial de la Salud se estableció que este año el objetivo es motivar a las personas, comunidades, gobierno y las organizaciones de la sociedad civil a compartir sus experiencias sobre lo que están haciendo para proteger el planeta y la salud, ante su relación directa.
“El énfasis en este Día Mundial de la Salud Mental es hacer conciencia sobre lo que está haciendo cada persona para proteger su salud mental y la relación que tiene con el planeta. Al final, desde el nivel individual hay que hacer el trabajo y el esmero por prevenir, atender y resolver los problemas de la salud mental, para que tengan un efecto positivo en el entorno comunitario y con ello cumplirse con ese objetivo de mejora al planeta”, dijo Sandybel Robaldino.
Hizo énfasis en que los padecimientos a la salud mental presentan diversas intensidades, desde leve, a moderada y severa, pero lo cierto es que el nivel leve es el que más daño causa, por ser el que menos se atiende, simplemente se deja pasar, pensando que es parte de un cambio de estado de ánimo, pero se convierte en el preludio del deterioro a la salud mental.
Habitualmente comienza a presentarse una sintomatología que a los sicólogos les permite identificar rasgos o datos clínicos que son señales de alarma, todos relacionados con sus pensamientos, conducta y emociones; evalúan cómo están estos tres elementos el primer mes, el tercero y el sexto. Pero desafortunadamente la gente se confía, no se atiende y cruza esa línea y lo que comenzó en leve, asa o trasciende a estado moderado, incluso a recrudecerse y hacerse grave.
“La persona continúa descuidándose, pasa a su punto ciego y no atiende ese conflicto de su salud mental porque lo relacionan con algo pasajero y es lo peor que puede hacer, por eso el énfasis de hacer conciencia”, reiteró.
Ante esto, lo ideal es permitir el paso de al menos dos a tres semanas, en las que hay reacciones y la persona cae en conciencia de que algo está pasando, como ocurrió tras pandemia con la pérdida de empleo, estabilidad y relaciones afectivas, que llegaron al quiebre por estar en esta convivencia cotidiana; lo que tiene que pasar en las primeras semanas es darse cuenta, buscar ayuda y prevenir.
Con información de La Jornada