El papa Francisco afirmó hoy que también él se arrodilla en las calles de Birmania (Myanmar) para pedir el cese de la violencia, en referencia al gesto de la monja que se puso de rodillas ante el Ejercito para evitar que disparasen contra los manifestantes.
“De nuevo, y con tanta tristeza, siento la urgencia de evocar la dramática situación en Myanmar, donde tantas personas, sobre todo jóvenes, están perdiendo la vida para ofrecer esperanza”, dijo Francisco al término de la audiencia general de los miércoles celebrada sin fieles en la biblioteca del palacio apostólico.
“Yo también me arrodillo en las calles de Myanmar para decir cese la violencia. Yo también levanto mis brazos para decir que prevalezca el diálogo”, agregó el papa.
Francisco añadió a este llamamiento que “la sangre no resuelve nada” y volvió a pedir que prevalezca el camino del diálogo. El pontífice hizo así referencia al gesto de hace algunas semanas de la religiosa Ann Rose Nu Twang, de 45 años, que con su hábito blanco se acercó a las fuerzas de seguridad que estaban dispuestos a disparar contra los manifestantes y se arrodilló ante ellos y levantó sus manos para pedir que no lo hiciesen.
El papa ha realizado ya varios llamamientos en sus actos públicos invocando el diálogo “contra la represión” tras el golpe militar en el país y pidiendo que se libere a los dirigentes políticos encarcelados.
A principios de febrero, el Ejército, encabezado por el general Min Aung Hlaing, depuso al gobierno democrático de Aung San Suu Kyi, que se encuentra detenida.
Desde entonces se han producido manifestaciones ciudadanas contra el golpe de Estado que han sido rechazadas con violencia por parte de los militares.
Francisco visitó Birmania en noviembre de 2017 y se reunió con Suu Kyi, en un viaje que también incluyó Bangladesh y en el que el pontífice expresó su cercanía a la perseguida minoría musulmana rohinyá.