El presidente de Siria, Bashar al Asad, y su esposa, Asma, dieron positivos a coronavirus, pero se encuentran “bien” y su condición es “estable”, anunció el lunes la presidencia en un comunicado, donde ambos se suman a la ya larga lista de jefes de estados que se han contagiado de la pandemia del covid-19.
Según datos administrados por la Universidad John Hopkins, Siria reporta más de 15 mil casos de covid-19, en los que se registran mil 63 muertes por la pandemia, siendo Damasco, su capital, la más afectada.
“(Ambas autoridades) continuarán con su trabajo durante su periodo de aislamiento en su domicilio, que durará de dos a tres semanas”, precisó la presidencia, que agregó que la pareja se sometió a un test PCR tras “haber notado síntomas leves similares a los del covid-19”.
Al Asad y su esposa llamaron a la población a que se adhiera a las medidas preventivas “tanto como sea posible”. En febrero, el gobierno anunció que había recibido una serie de vacunas contra el coronavirus de un “país amigo”, sin desvelar cuál, y que comenzaría la semana siguiente a inocular a trabajadores sanitarios en varias provincias.
El Grupo de Inmunización para Siria, encabezado por la Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, ha elaborado planes para llevar la vacuna a las zonas del norte del país que escapan al control de Damasco, en manos de otras facciones armadas y grupos.
Coronavirus en medio de un conflicto armado de 10 años en Siria
Mientras esto le ocurre al presidente y su esposa, se calcula que más de seis millones de personas serán desplazadas de sus hogares en ese país, debido a los conflictos que ya van a cumplir una década.
El estudio “La década más oscura”, basado en el análisis de datos de la ONU y entrevistas con refugiados y desplazados en Siria, Jordania, el Líbano e Irak, advierte de los posibles seis millones de desplazamientos “si continúan el conflicto, la inseguridad y el deterioro económico”.
El informe, con motivo del décimo aniversario del inicio del conflicto en el país árabe, contempla un escenario en el que se mantenga el alto el fuego declarado hace un año en la provincia noroccidental de Idlib, el último bastión opositor del país, por lo que el número podría ser mayor si se registrase una nueva ofensiva de envergadura en la región.
Desde el estallido del conflicto en 2011, una media de 2.4 millones de desplazamientos han tenido lugar cada año dentro y fuera del país árabe, mientras que en 2020 por cada uno que logró retornar a su hogar, casi otros cuatro se vieron obligados a irse.